El acoso
escolar, llamado bullying en inglés, según Goodman (Child Psychiatry. 2da edición.
Oxford. 2005:243) se refiere al uso repetido y deliberado de agresiones
verbales, psicológicas o físicas para lastimar y dominar a otro niño, sin que
hayan sido precedidas de provocación y en el conocimiento de que la víctima
carece de posibilidades de defenderse. Los participantes en el acoso escolar se
pueden clasificar en cuatro categorías: “agresor” (bully), “víctima”,
“víctima-agresor”, y el “neutro” (compañero no implicado en el fenómeno de
acoso). La mayor parte del acoso ocurre en la escuela, más que en el camino a
ella o de regreso de ella. Los agresores (bullies) y las víctimas generalmente
están en el mismo grado escolar y, aunque se supone que los menores son
supervisados en la escuela, la mayor parte de los episodios de acoso no son del
conocimiento de los maestros y la víctima habitualmente se siente incapaz de
reportarlos a éstos y a sus padres.
Craig y
col, en 2009 informaron que la prevalencia del acoso escolar en 40 países con
muestras nacionales representativas fue de 8.6 a 45.2% en varones y 4.8 a 35.8%
en mujeres. Además, fueron identificados como agresores el 10.2%, como víctimas
el 12% y como víctima-agresor el 3%. Numerosos investigadores han analizado las
consecuencias del bullying
para la salud general de los individuos, las repercusiones en la salud mental,
el suicidio y las hospitalizaciones psiquiátricas. Sourander estudió las
consecuencias del acoso a partir de una cohorte a los 8 años (n= 2 540) y
registros militares a los 18 y 23 años. El estatus de no-agresor o víctima frecuente
(a partir del informe de padres/maestros/alumnos) sirvió como grupo de
referencia para comparar la proporción de trastornos psiquiátricos. El grupo de
agresor frecuente tuvo la mayor prevalencia de personalidad antisocial, abuso
de sustancias y trastornos ansioso-depresivos. La categoría dual de
víctima-agresor presentó más ansiedad y personalidad antisocial mientras que
las víctimas tuvieron mayor ansiedad. De manera semejante ocurrió en una
investigación retrospectiva, con datos de la Encuesta Nacional Epidemiológica
sobre el Uso de Alcohol y Condiciones Relacionadas con una muestra
representativa de los Estados Unidos (n= 43 093) realizada por medio de
entrevista psiquiátrica estructurada. En este estudio, 6% de los individuos en
Estados Unidos estuvo implicado como agresor con riesgo significativo para
abandono de estudios universitarios, uso de alcohol y marihuana, trastorno
bipolar, trastorno de conducta, trastornos de personalidad tipo histriónico,
paranoide, antisocial e historia familiar de conducta antisocial. A pesar de
esta mayor frecuencia de trastornos psiquiá-tricos secundarios al acoso,
Sourander en 2009 mostró que el riesgo para hospitalización psiquiátrica
posterior y tratamiento con medicamentos antipsicóticos, ansio ansiolíticos
y
antidepresivos fue mayor únicamente para las mujeres víctimas frecuentes
después de ajustar para la psicopatología, sin que hubiera este riesgo para los
varones en ninguna de las categorías.
Un total
de 1 092 alumnos contestaron el Test Bull-S;23.9% (n= 262) estuvo implicado en
el fenómeno de acoso escolar con una media de edad de 9.6 (DE 1.3),clasificados
de la siguiente manera: víctimas 8.97% (98), agresores 12.27% (134), víctimas
-agresores 2.7%(30) y controles 76% (830).
La
presencia de acoso escolar también es un indicador de disfunción familiar. 29
Según Bauer ,30 97% de los casos de niños acosadores fueron víctimas de
maltrato familiar y sus madres R
reportaron
violencia de sus parejas hacia ellas hasta en 50% de los casos. Además, varios
estudios identifican el acoso como un factor de riesgo para el suicidio y el
uso y abuso de sustancias a corto y largo plazos.
Referencias.
Ruiz-Velasco S, Roque-Santiago E. Albores-Gallo L, Sauceda-García JM, (2011). El acoso escolar (bullying) y su asociación con trastornos psiquiátricos en una muestra de escolares en México. Salud Publica Mexico
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